viernes, 24 de junio de 2011

Old tabern stories, vol I.


Relajado pasea mi caballo mientras observo fijamente la taberna una, otra, y otra vez. No me decido a actuar, solo tengo la sensación de que he de estar ahi por algo y ni yo ni nadie sabe qué es; su tenue sonrisa a través del cristal herido de bala y manchado me da fuerzas para aguantar pero, finalmente, me decido a entrar.
El hecho de tocar la puerta me estremece la espalda y, al girar la cabeza, esa sensación pasa a todo el cuerpo: ella está con Wilder, conocido como el borracho de Handus Land. Mis pasos se vuelven firmes hacia la mesa en la que están tomando un whiskey aparentemente sin percatarse de mi presencia: conociéndolo, sería capaz de pasar de largo ante el fin del mundo.
Antes de entablar conversación con él, para asegurarme de que se centra en mis palabras, le toco sutilmente el hombro a la espera de que se de la vuelta:
-Ignoro la circunstancia, pero exijo inmediatamente que te levantes y me expliques por qué estás sentado junto a ella.
-¿Y cual es el problema, mi querido Gudene?
-Sabes que ella... -me quedo mirandola fíjamente a los ojos- es mi amada.
-No, Gudene, no es tu amada, es tu utopía.
-¿Me estás diciendo precisamente tú lo que es y no es? ¡Levántate ahora mismo y dímelo como Dios...!
Mi voz se ahoga con la intervención de otra voz, muy delicada y dulce al contrario que el resto:
-Gudene, él tiene razón, vete por favor.
-Ja, ja, ja, ¿ante eso qué me dices héroe?
Tan solo una frase fue bastante como para maldecir mi vida y todo lo que ella representa, salir cabizbajo de la taberna y no saber nunca más de mi amada, ella.

"La realidad que se ignora prepara su venganza"

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